viernes, 26 de febrero de 2016

La habitación de los recuerdos.

Arráncame las sábanas,
que ya me he acostumbrado a eso
de dejarme la puerta abierta
por si decides venir con el frío
y meterte en mi cama.

Que el jodido Diciembre
se me ha colado por los rincones
y no sé cómo cesar la lluvia
que se esconde en mis lagrimales.


Que se ha acostumbrado a mí 
y ya no quiere irse.

Y yo sigo esperando
que entres por esa maldita puerta
y me digas que estoy guapa
incluso hecha mierda,
pero que sonriendo
-incluso hecha mierda-
lo estoy más.


Que me has echado de menos.

Que cada vez
que te ibas a dormir,
había un vacío en el lado
izquierdo
de tu cama
y no podías retener 
las lágrimas
más que unas milésimas de segundos,
antes de naufragarme
por enésima vez.

Que andar descalzo
por los pasillos
había dejado de tener sentido
si no me ibas a encontrar
con tus zapatillas de estar por casa puestas
e ibas a fingir que te molestaba
tan sólo como excusa
para vengarme el robo
a cosquillas.

Que cada esquina de la ciudad
había perdido la magia
desde que no estaba yo
para perderme contigo
y mendigarte besos
debajo la tenue luz
de las farolas
a no sé que hora
y no me importa
si es contigo
de la madrugada.

Que las estaciones de tren
 habían descarriado la inquietud
 de las 6:25 de la tarde
desde que el tren llegaba
hastiado de mi ausencia
y tu manera de sorprenderme
mientras te buscaba desconcentrada
entre la multitud de la gente.

Que el desorden ya no era bonito
si no venía despeinado
en pijama
y con ojeras
a despertarte,

o el sábado por la noche
con las palomitas de maíz
esparcidas por el sofá
y la manta
y nosotros 
por los suelos
sonando de fondo
una de las típicas
películas de fin de semana.

Que habías descubierto
que todas las putas canciones de amor
hablan de mí
pero ninguna se comparaba
con escucharme cantar en la ducha
o esos conciertos
dedicados 
explícitamente para ti.

Que romperse 
había empezado a doler
cuando no era contra mis labios
y los silencios se habían vuelto incómodos
y la poesía
y los libros
y arroparse cuando hacía frío
porque todo era sin mí.

Que me has echado tanto de menos
como te he echado yo
y estás harto de pedirles a todas
que hagan de mí,
que ninguna se ríe del miedo
como yo,
que ninguna lo hace.


Que cierres la puerta, joder,
que no te vayas.


Que tengo calado Abril en los costados
y la primavera a roce de garganta.

Que lo siento, que no te vayas,
aunque te vuelva a decir
que te alejes de mí.

1 comentario:

  1. Pequeñaja,
    Eres arte,
    Eres magia.
    Vente,
    Hagamos explotar dos galaxias,
    Rocemos nuestras alas
    Y ahogemonos en abrazos
    Y no en llantos.
    Que después de cada ahogo,
    Al leerte,
    Revivo.
    Sigue escribiendo así,de verdad,
    Nunca cierres está puerta,
    Nunca encierres a tu arte.

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